Detrás de una institución educativa siempre hay alguien que se preocupa por formar a los futuros ciudadanos del país. Detrás de una gran institución educativa hay hombres como José Reyes, que conocen la importancia de la instrucción académica, pero también la necesidad de enseñar valores y calidad humana. 

Hace 60 años comenzó el sueño que hoy es Justo Sierra. El maestro Pepe fundó la escuela con el deseo de impulsar la grandeza en su comunidad a través de una educación diferente, fundamentada en los valores del bien, la verdad y la justicia.

En el marco de este gran aniversario, celebramos su vida y conmemoramos sus logros como maestro, fundador y rector. ¡Gracias por su visión y dedicación!

La vida de José Reyes Oliva

Nació el 5 de noviembre de 1944, en la Ciudad de México. Fue el segundo hijo de Alicia Oliva y Leopoldo Reyes, ambos docentes de profesión. Tiene dos hermanos, la mayor se llama Alicia, y el menor Salvador.

De niño era muy curioso y siempre hacía preguntas. Cuando no entendía algo, simplemente acudía a sus padres para que resolvieran sus dudas. Sobresalía en todas sus asignaturas porque siempre buscaba aprender más que lo que enseñaban en clase. 

Su madre le transmitió la importancia de predicar con el ejemplo y poner sus virtudes en práctica con los demás. Desde que era un niño le enseñaba sobre valores, con relatos y ejemplos que lo fascinaban.

Los domingos pasaban tiempo juntos y hacían planes especiales para conocer nuevos lugares; toda la familia despertaba temprano para desayunar y decidir a dónde ir. En diversas ocasiones recorrieron las Pirámides de Teotihuacán y hasta el puerto de Veracruz. Pero lo más especial era regresar a casa y comentar lo aprendido. 

El maestro recuerda con cariño haberse criado en casa de sus padres, por quienes sentía profunda admiración. Durante la tarde, ellos solían preparar sus clases para el día siguiente mientras él y sus hermanos hacían sus tareas en la misma mesa. 

Haber observado de cerca el trabajo de sus padres impactó su vida desde muy chico, y pensaba que lo más importante que podía hacer cuando creciera era enseñar a leer y escribir a quienes no saben.

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Un sueño de grandeza

José Reyes Oliva siguió su deseo ferviente de ser maestro y se graduó de la Escuela Normal Ignacio Manuel Altamirano, obtuvo su título de Profesor en Educación Primaria el 17 de noviembre de 1967. Ansioso por empezar su práctica, comenzó a dar clases a los 20 años. 

Todavía recuerda su primera experiencia frente a clase: un grupo de cuarto año en la colonia Doctores, el “C” vespertino. Estaba muy emocionado y cometió errores de novato, pero las niñas y niños aprendieron lo que él les enseñó; así que se dispuso a superarse cada día por el bien de sus futuros alumnos

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Después de enseñar durante tres años, estaba seguro de lo que quería hacer. Su sueño siempre había sido ser maestro en su propia escuela, así que aprovechó la experiencia de su madre, que había sido directora de una escuela muchos años y su hermana Alicia, educadora egresada, para habilitar una escuela en la planta baja de su casa. 

Al buscar un nombre que representara la grandeza de la visión del maestro, escogió a Justo Sierra por sus aportes a la educación, pues siempre abogó por una educación integral. Para ambos maestros, a través de la educación humana se logra una vida más digna, con libertad para pensar, sentir y superarse a sí mismo.

Una comunidad de realizadores de sueños

La primera Escuela Justo Sierra abrió sus puertas el 6 de febrero de 1964, con jardín de niños y primaria. Recibió con entusiasmo a 114 alumnos. El maestro José Reyes impartía primero y segundo de primaria, su madre Alicia era maestra de preprimaria y su hermana estaba a cargo de la enseñanza del kinder. 

Al poco tiempo de iniciar labores incrementó la matrícula, gracias a la entrega y labor educativa de los docentes, por lo que Justo Sierra se mudó a un nuevo plantel; a otro, y otro más. Las familias querían inscribir a sus hijos porque eran atraídas por el valor de la escuela, la calidad de los profesores, el ambiente seguro y la alegría de los niños.

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Conforme pasaron los años la comunidad educativa creció y la demanda también, entonces fue necesario expandirse a nuevos planteles y ampliar la oferta académica. 

Así, en 1984 la Nueva Escuela Justo Sierra inauguró su secundaria, y un año después, la preparatoria. Tuvieron tanto éxito que para el 24 de agosto de 1998, la Secundaria y Preparatoria Justo Sierra contaba con mil 556 alumnos. 

Para continuar la formación de los alumnos de grados superiores, y acompañar sus estudios profesionales con las bases que caracterizan a la familia Justo Sierra, en 1991 se inauguró el Centro Cultural Universitario, y en 1996 el edificio de la Escuela de Medicina, con aulas, laboratorios, quirófanos y biblioteca. 

Para seguir recibiendo a los alumnos de grados superiores que se sumaban a la familia Justo Sierra, por su nivel académico y humano, los últimos planteles en añadirse fueron el de Cien Metros, en 2003 y el de San Mateo en 2006. 

Cuando José Reyes empezó el proyecto de fundar una escuela en la planta baja de su casa, soñaba con la grandeza de una institución que formara líderes con valores y grandes ideas para cambiar el mundo. 

Hoy, casi 60 años después, el maestro ve concretadas sus ilusiones con orgullo en 10 planteles educativos, que van desde el jardín de niños hasta la universidad. 

Justo Sierra simboliza la realización del sueño de un docente, que con su visión y entrega trazó un camino de grandeza para que hoy la institución sea un lugar donde los sueños se siguen cumpliendo.

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