La globalización alteró profundamente la sociedad moderna. El transporte, el trabajo, y las industrias han cambiado mucho en los últimos años, por lo tanto, es necesario que la educación se adapte para satisfacer las nuevas necesidades de las personas. 

Sin embargo, estas no tienen que ver solamente con incorporar la última actualización tecnológica en el aula, sino con mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje de los alumnos para que aprovechen al máximo su experiencia escolar. 

Una nueva perspectiva

En el siglo XX el mundo experimentó transformaciones sociales masivas, en gran parte debido a las múltiples innovaciones que revolucionaron el saber humano. 

La transición de la sociedad industrial a la del conocimiento significó cambiar lo racional por lo complejo, en tanto se estableció que el universo no es estático, sino dinámico, y se encuentra en constante expansión. 

Los nuevos descubrimientos implican nuevas necesidades, por eso las competencias que las sociedades actuales requieren de sus ciudadanos se han profundizado y diversificado. 

De ahí la necesidad de innovar los procesos educativos para expandir el aprendizaje de los estudiantes, y así, ampliar los horizontes de los futuros profesionales. Ahora, en vez de limitarnos a enseñar a leer, escribir y hacer cálculos elementales, debemos aprender a aprender en múltiples entornos y etapas de la vida. 

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¿De dónde partimos?

Para implementar la innovación educativa exitosamente es necesario partir de las características de nuestro contexto.

Identificar, reconocer y atender lo que distingue a un grupo de los demás, es encontrar sus oportunidades para destacar. Esto solo puede lograrse a través de una combinación apropiada de los factores en el entorno educativo, como:

La calidad del profesorado. Se requieren docentes con sensibilidad, compromiso, constancia, creatividad, buena comunicación y empatía para motivar a los estudiantes. La apertura al cambio es crucial para innovar en la educación. Hay que dejar de percibir a los alumnos como objetos de enseñanza, para concebirlos como sujetos de aprendizaje. 

El liderazgo inclusivo. La innovación se encuentra en constante búsqueda de oportunidades de mejora, por eso se fundamenta en la colaboración entre todas las áreas y miembros de un equipo. Se trata de escuchar y cuidar las necesidades de los alumnos, docentes, personal y padres de familia por igual.  

El diálogo. Es la base de la colaboración, en tanto permite revisar las condiciones internas de la escuela por medio de la información que ofrecen sus miembros a partir de su experiencia personal. Esto permite construir modelos centrados en la exploración, colaboración y horizontalidad.

La reflexión. Dar espacio para reflexionar sobre los conocimientos adquiridos es esencial para consolidar el aprendizaje de los alumnos hacia el futuro. Comprender por completo un tema requiere observar, equivocarse y probar múltiples soluciones; toma tiempo respetar el proceso formativo de cada estudiante. 

La educación emocional. Se educa para la vida, no para el trabajo. Un clima escolar positivo, donde se reconozcan las emociones y se proporcionen herramientas para gestionarlas apropiadamente, se impartan valores y respete la dignidad de cada estudiante, es crucial para construir la ciudadanía del futuro. 

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Cómo implementar la innovación educativa

El conocimiento no es rígido, sino que cambia conforme el tiempo pasa y se hacen avances en la cultura, la ciencia y la tecnología. Por eso, no tiene nada que ver con un montón de información perfectamente memorizada, en cambio, su objetivo es demostrar la capacidad de ofrecer soluciones creativas a los problemas actuales. 

La educadora y socióloga experta Inés Aguerrondo define la innovación educativa como los cambios estructurales en el sistema que se presentan a partir de nuevas propuestas de algunos centros educativos. 

Por ejemplo, las Redes de Tutoría han transformado por completo la educación en las zonas rurales de México a través de un método de aprendizaje social, en el que no hay rol de maestro y de alumno, sino que todos tienen la misma posibilidad de convertirse en tutores y aprendices. 

A través de una práctica de relación tutora, los chicos aprenden y se enseñan entre sí de manera personalizada; a veces incluso acompañan a los adultos a través de un proceso de pensamiento para redescubrir sus conocimientos. 

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María Cruz, una estudiante de 13 años de la comunidad de Santa Rosa que forma parte de las Redes de Tutoría es la prueba irrefutable del éxito que ha tenido el programa. En una ocasión dio una asesoría de geometría a un profesor de Harvard que reportó haberse sentido “en las manos de una experta”. 

En la ciudad, la innovación educativa se encuadra en tendencias que revolucionan los procesos de enseñanza y aprendizaje en el aula, como el aprendizaje por proyectos, la gamificación, o la incorporación de la inteligencia emocional en la educación.  

En Justo Sierra estamos comprometidos a impulsar la grandeza de nuestros alumnos. Construimos una comunidad escolar sólida a partir del diálogo, la empatía, el respeto y la inclusión. 

Además, incorporamos innovaciones que favorecen el desempeño académico y mejoran el ambiente escolar: desde la enseñanza de matemáticas a través del arte, hasta la educación emocional y acompañamiento psicopedagógico. 

Para nosotros, lo más importante es educar para la vida. Por eso impartimos una formación integral, humana y de calidad. 

Descubre más sobre nuestra filosofía en el sitio oficial de Justo Sierra.

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